sábado, 18 de septiembre de 2010

DIOS

Concepto de Dios

Dios es Amor, y su amor es muy diferente al amor humano. El amor de Dios es incondicional y no se basa en sentimientos o emociones. No nos ama porque nosotros seamos fáciles de amar o porque le hagamos sentir bien; él nos ama porque él es amor. Él nos creó para tener una relación amorosa con él y sacrificó a su propio hijo (quien también estaba dispuesto a morir por nosotros) para restaurar esa relación. La Biblia nos dice que “Dios es Amor” (1 Juan 4:8). ¿Pero cómo podemos siquiera comenzar a comprender esa verdad? Hay muchos pasajes en la Biblia que nos dan la definición de Dios del amor. El versículo mejor conocido es Juan 3:16: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Así pues, una manera en la que Dios define el amor es en el acto de entrega. Sin embargo, lo que Dios dio (o deberíamos decir, a “quien” Dios dio), no era simplemente un obsequio envuelto; Dios sacrificó a su hijo único para que nosotros, los que ponemos nuestra fe en su hijo, no pasemos la eternidad separados de él. Este es un amor asombroso, porque nosotros somos quienes escogemos estar separados de Dios por nuestro propio pecado, y aun así, es Dios quien enmienda esta separación por medio de su intenso sacrificio personal, y todo lo que tenemos que hacer es aceptar su obsequio.

La Paz

Concepto de paz

La paz significa que se une lo que antes estaba en oposición. Se reconoce mutuamente lo que antes se había excluido, lo que antes combatió, hirió, hizo la guerra e incluso quiso destruirse, ahora deplora las víctimas de ambos bandos y el dolor que mutuamente se infligieron.

¿Qué es lo que hace la paz? Aquellos que se colocaron por encima de otros y los consideraron de menor valía o como enemigos, ahora pueden reconocerlos como iguales. Valoran mutuamente los que cada uno tiene de especial, unos y otros toman y reciben. La paz entre ellos amplía sus límites personales, permite la diversidad y lo propio de cada uno y facilita el actuar en conjunto.

Esta paz comienza en el alma de uno mismo. Lo que antes habíamos rechazado, marginado y deplorado, ahora puede tomar su lugar; uno reconoce su significado, sus consecuencias y su contribución a nuestro crecimiento e incluso uno lo ama. Esto significa que nos despedimos del ideal de la inocencia que no pide ni exige, que prefiere sufrir en lugar de actuar, que prefiere quedar niño en lugar de crecer.